jueves, 10 de julio de 2014

Héroes del Perú -Alondra Ugarte Rivas 4A

Monografias.com


 Micaela Bastidas Pucayahua

Nació en Abancay en 1745 y murió en Cusco en 1781. Casada con José Gabriel Condorcanqui, se convirtió en la conductora y capitana de las fuerzas rebeldes cuando su esposo encabezo la rebelión de 1780. El día que la apresaron, ella pudo haber huido. Sin embargo, prefirió quedarse a su lado, pues como dijo: "si en la acción estuve con él también he de estarlo en el martirio y en "La muerte". Fue ejecutada el 18 de mayo de 1781.
Fue una valiente precursora de la independencia hispanoamericana, jugó un importante papel en la historia del Perú. Esposa y consejera de Túpac Amaru II, su desempeño tuvo vital importancia en la rebelión de Tinta. Su ejemplo de coraje y determinación al defender sus ideales de justicia y libertad hasta su trágica y despiadada muerte en mano de los españoles, la convirtieron en leyenda y símbolo de la lucha americana contra la opresión y la explotación colonial.


Alfonso Ugarte

Fue un empresario, comerciante, agricultor y militar peruano, héroe de la Guerra del Pacífico. Obtuvo el grado de coronel EP. Fue jefe de la Octava División en la defensa de Arica y murió heroicamente en la batalla del mismo nombre, bajo el mando del coronel Francisco Bolognesi.
"El último acto de la corta pero interesante carrera de Alfonso Ugarte revela cuanto era capaz esa alma verdaderamente grande. Acosado por innumerables enemigos, vencido ya en la cumbre del Morro histórico, presenciando la mutilación de los caídos, la profanación de esas reliquias sagradas del heroísmo, quiso sustraerse a las manos enemigas y clavando las espuelas en los ijares de su caballo, se lanzó al espacio desde aquella inmensa altura para caer despedazado sobre las rocas de la orilla del mar."

Francisco Bolognesi


Fue un militar peruano que participó en la Guerra del Pacífico. o 
 más propiamente dicha, la Guerra del Guano y del Salitre. Con el grado del coronel, defendió la plaza de Arica enfrentando a las fuerzas chilenas muy superiores en número y poderío; y tras hacer la promesa de pelear «hasta quemar el último cartucho», sucumbió heroicamente durante la batalla final. Es considerado Héroe Nacional del Perú. Fue declarado Patrón del Ejército del Perú por el gobierno del Perú el 2 de enero de 1951 (Orden General del Ejército de 1959) y elevado al grado de Gran Mariscal del Perú por Ley Nº 25128 del 30 de noviembre de 1989.
«Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho»





Andres Avelinio Caceres

Andrés Avelino Cáceres
Fue un militar y político peruano que luchó en la Guerra del Pacífico y fue Presidente Constitucional del Perú en dos ocasiones: de 1886 a 1890 y de 1894 a 1895. Hablaba español y quechua, por lo que tuvo gran influjo sobre la población indígena de su país.
En el Perú es considerado un héroe nacional, por haber liderado como general del ejército peruano la resistencia en la sierra central contra la ocupación de Chile durante la guerra del Pacífico (1879-1883). Es el patrono del Arma de Infantería del Ejército Peruano. Fue conocido por sus soldados como Taita Cáceres, mientras que los chilenos le apodaron El Brujo de los Andes, debido a que siempre burló las maniobras envolventes planeadas con mucho celo por los generales chilenos, y porque actuaba con tanta fluidez que parecía estar presente en todas partes.


Jose Abelardo Quiñones

Aviador de guerra peruano declarado Héroe Nacional del Perú por la Ley N° 16126 del 10 de mayo de 1966 a causa de su inmolación en una misión aérea contra las baterías ecuatorianas, durante la guerra de 1941. Asimismo, cada 23 de julio (día de su inmolación) se conmemora el Día de la Fuerza Aérea del Perú. También como homenaje, su imagen aparece en el billete de 10 Nuevos Soles.
Entrego a la Fuerza Aérea del Perú los restos de quien supo honrar a su patria, a su pueblo y a su fuerza armada. Mi pueblo [ecuatoriano] rinde homenaje al pueblo peruano, dignamente encarnado en la figura heroica de José Abelardo Quiñones Gonzales.
                                                               Palabras de  Octavio A. Ochoa